Aconsejo que realmente musicalicen la lectura, les dejo un enlace que es de música nepalí, pero que bien vale para esta nota que ya es nuevamente en la India, pero yo diría que tiene su propia identidad tibetana. https://www.youtube.com/watch?v=IX21CB-gw2U

Cuando el vehículo se detuvo y todos comenzaron a bajar, entendimos que estábamos en lo más alto que podíamos estar, habíamos llegado a Darjeeling. El día se había puesto bastante gris, el suelo estaba realmente húmedo y barroso, y allí nos bajaron las valijas. Dos señoras mayores, se nos acercaron con unas sogas y nos hablaban en hindi. Nos costó un poco entender que ellas eran quienes iban a oficiar de guías hasta nuestro alojamiento, lo que descubrimos luego de cerrar negocios, es que la pobre señora iba a usar esas sogas para cargar las DOS valijas y sostenerlas con la cabeza. Lo otro que no contábamos es que estábamos a 7 cuadras del lugar, pero 700 metros de montaña, no era llanura, y hay una diferencia bastante grande. Pobre mujer, no acredito lo que hizo, y no hubo forma de que nos aceptara ayudarla o bien no nos entendía una goma.
El hotel que nos dio la bienvenida se llamaba Hill Crown Retreat, lo habíamos encontrado por Booking, era una súper oferta y por internet se veía más que bien. Subimos colinas, dimos vueltas por callejuelas apretujadas, repletas de vendedores, manteros de ropa, de verduras, de frutas, de electrónica, gallinas que nos correteaban, dejando sus huellas en el barro, un poco de basura en el suelo, algo que nunca nos faltó en el viaje. Las edificaciones eran antiguas, altas y añejadas por la humedad, no por eso menos pintorescas, las calles en curva hacían que nos perdiéramos un poco, pasamos un templo y ahí a pocos metros divisamos nuestro destino. Por fuera y por dentro era muy bonito, claramente era un hotel que años atrás habrá tenido un momento de gloria; y por supuesto como no podía ser menos, para nuestra llegada, claramente que ya había perdido todo su glamour. Como todos los hoteles, casas y lugares donde dormimos, nos recibieron hombres, estos eran unos muchachitos jóvenes muy graciosos en sus expresiones. Luego de hacer todos los tramites de ingresos nos llevaron a nuestra habitación, los pasillos y las escaleras que pasamos eran casi iguales a las de la película El Resplandor, sólo faltaba el niño y el triciclo. Debo reconocer que el hotel era lindo, si, la habitación era grande, pero algunos detalles que nunca comprendimos, el frío, la humedad, y nuevamente el colchón de 5 cm de alto. Hicimos varios videos de la habitación:
En Darjeeling estuvimos varias noches, el primer día que estuvimos realizamos un recorrido por la ciudad a pie para investigar nuestras opciones. Llegamos un domingo y todo estaba cerrado, porque claro es como en nuestro país en los pueblos del interior, esta ciudad además es relativamente pequeña con una población de 130 mil habitantes.[1] Otro detalle que notamos importante es que la mayoría de los turistas que había eran indios y/ nepalíes, para extranjeros es realmente difícil llegar y esto nos enorgulleció un poco, porque sentíamos que estábamos descubriendo tierra virgen, no digo cual navegante usurpador y vendedor de espejitos de colores, pero la sensación que teníamos era bella, y a medida que avanzábamos por las calles nos íbamos enamorando de absolutamente todo lo que veíamos. Luego de una larga caminata y una parada a comer un snack, la noche nos encontró al final de una de las calles que daba a una especie de plaza al final de la montaña. Allí había centenares de locales de venta de té orgánico y de objetos antiguos, pavas, vasijas, elefantes, cajitas, pulseras, dagas, todo trabajado extraordinariamente y con piedras turquesa y rojo. Obviamente, una vez más queríamos comprarnos todo. Cuando nos sentimos realmente mareadas de tanto mirar, dimos con una casa de turismo, entramos a preguntar porque claramente el pueblo está en una montaña, o sea que para moverse se necesita un vehículo sí o sí. Allí, vimos nuestras opciones, charlamos bastante y nos armamos un tour junto con el muchacho de la agencia a nuestro gusto y piachere.
El día de tour comenzó a las 3 y media de la madrugada. Avisamos a los chicos del hotel que nos despertaran, y coordinamos que nos dejaran agua caliente. Levantarnos nos costó un poco, sobre todo por el frío que teníamos en esa habitación, no había forma de no sentir nuestra nariz helada. Cuando salimos de nuestra habitación nos reconocimos con la Fer que éramos los únicos huéspedes de ese hotel, y las otras personas que habían eran quienes lo atendían. Salimos a la calle totalmente a oscuras y nos esperaba un jovencito con una linterna, dudamos un poco que hacer, miramos a los chicos del hotel quienes nos hicieron seña para que vayamos, y salimos. Caminamos en penumbras alrededor de 100 metros hasta llegar al auto que nos haría de tour. La idea de levantarse tan temprano es porque nos desplazaríamos hasta el mejor lugar para ver el amanecer, entre la cordillera montañosa del Himalaya, ¿cómo nos íbamos a perder ese momento mágico?. Teníamos camperas, cerca de tres pañoletas, las frazadas que nos habíamos robado del avión (que se los recomiendo metan en la mochilita, son súper prácticas), y nos habíamos preparado café y mate. Mientras subíamos y bajábamos colinas, escuchábamos la radio y sonaba esta canción: https://www.youtube.com/watch?v=MgWCrmS8nfw es bellísima, creo que a mi compañera de viaje no le gustó tanto, o bien tiene otras como favoritas.







Para ingresar al lugar claramente había que pagar, era poco, ahí hicimos la cola y nos percatamos el verdadero motivo por el que había que ir tan temprano, que cantidad de gente, dios mío. Pasamos unos metros más en auto y llegamos a un lugar donde estacionaban y lo que restaba había que hacerlo a pie, seguimos literalmente con nuestras linternas a la manada, hasta que llegamos a una obra en construcción que parecía un futuro hotel, allí nos ubicamos como el resto, sentaditas como en un anfiteatro a esperar la salida del sol. Esta espera se hizo realmente larga, lo que nos cagamos de frío no se los puedo explicar, yo sentía que estaba embola que no tenía ropa, nos tomamos todo el café, y observábamos el folklore del lugar, como empezó a ponerse más claro, y como de a poco fueron apareciendo manteros ofertando abrigo y chai tee. Nosotras permanecimos bastante en silencio, escuchábamos y observábamos todo, cruzando miradas cómplices y risas, éstas últimas porque la magia de este amanecer vino acompañada por el aroma infaltable de las flatulencias desmedidas. Si bien, estaba repleto de gente, el encantamiento del amanecer que vimos nos envolvió, realmente valió la pena, el viento helado se transformó en una brisa fría, el sol se abría paso de a poco y fue pintando de rosado la nieve de las montañas. Ni bien asomó los primeros destellos, la gente estalló en gritos y aplausos, algo que de afuera parecería ridículo, pero allí todo se convertía en júbilo y exaltación. Allí, nos hicimos un book de fotos no vaya a ser que se nos pase por alto algún detalle.
Una vez satisfechas con todo nos dimos cuenta que debíamos continuar con nuestro tour, y bajamos a buscar a nuestro chofer. Seguimos camino y fuimos a visitar el centro budista tibetano Dunggon Samten Choling[2]. Una vez allí, dudamos un poco en descalzarnos, es que hacía mucho frío, hasta que nos decidimos, lo hicimos y entramos. Allí nos recibió el mantra principal del budismo, Hum Mani Padem Hum (lo aprendí con el tiempo, aún no sabía mucho de esto) y sonaba exactamente así: https://www.youtube.com/watch?v=zVty9rD4X-o En lo personal, descubrí que para mí no fue casualidad mi paso por Darjeeling, no voy a ahondar mucho, pero si debo contar que este lugar me emocionó muchísimo, la Fer se dio cuenta, sonreía porque me vio toda boba ahí. La energía la sentía en mis pies y en todo mi cuerpo, me hacía lagrimear y desear mi permanencia en ese lugar, es muy difícil de plasmar lo que sentí, creo que las palabras no harían el verdadero honor a ese momento tan especial para mí. Nos quedamos un largo rato observando al gran buda, mirando los detalles de la construcción, los olores, las texturas, las pinturas y el paso del tiempo por ese templo. A la salida compramos unos banderines con los mantras y continuamos nuestro recorrido. Siguiendo con la línea budista, nos fuimos por otro camino tan pintoresco en su paisaje, que nos dejó embobadas y en silencio una vez más, hasta que llegamos al Centro de refugiados tibetanos.

La verdad es que no teníamos ni idea de la existencia de esto hasta que estuvimos allí. No podíamos creer lo que veíamos, ni en lo que consistía ese lugar. Mientras investigábamos el lugar nos encontrábamos con diferentes personas, hasta que dimos con un señor mayor que me dio una lección de historia tremenda, y me contó del exilio de miles y miles de tibetanos, me habló de persecución del imperio Chino por sobre ellos, historias de miedo y dolor, lamenté no tener un mejor inglés y que la Fer obtuviera sólo una escasa traducción mía. El señor se tomó su tiempo para contar y hablar con lujo de detalles su historia. El centro de refugiados tibetanos fue creado entre 1959-1965, allí se ha formado una comunidad tibetana, acogida y hermanada por India, donde pueden vivir y pasar su día a día como si estuvieran en su patria. Cuenta en sus instalaciones con escuela, orfanato, asilo para gente mayor, un monasterio y una zona de talleres donde los habitantes (en su mayoría mujeres) realizan alfombras, bufandas, objetos de madera y otros productos para poder subsistir y ayudar a mas refugiados. Las mujeres pasan largas horas realizando verdaderas obras de arte, una de ellas nos mostraba contenta y orgullosa sus manos callosas, afectadas por el arduo trabajo.









Teníamos que seguir nuestro recorrido, aunque no queríamos irnos de allí, pero tuvimos que hacerlo, nos costó asimilar y procesar la existencia de este lugar.
Una vez en ruta y recorriendo nuestro chofer nos preguntó si íbamos a ir a la roca, no teníamos ni idea de que nos estaba hablando, hasta que paró y entendí todo, era una roca muy muy alta donde los turistas van a escalar, yo ni empedo, pero a la Fer le brillaron los ojos.
Yo- Querés hacerlo? Y ella sonrió. Obviamente quería treparla la entusiasta y atlética compañera de viaje. La energía de la emoción por esta travesía hizo que subiera con la agilidad de un gato. Lo anecdótico de esta experiencia fue que una vez arriba, ahí mismo le cae la ficha, de que ella no hablaba inglés, por ende, le hablaban y ella nada, el problema fue para bajar, porque necesitaba indicaciones. Así que ahí estábamos a los gritos indicándole desde abajo donde colocar cada uno de sus pies. Me tenté tanto con esta experiencia. Es el claro ejemplo cuando te gana la emoción por sobre la razón.

Salimos a las risas, y seguimos recorriendo y visitando lugares, un zoológico que no sabemos porque fuimos, porque no nos gusta ver los animales ahí encerrados, ese lugar sólo valió la pena por su vegetación y porque al final se encontraba un museo y una escuela de escaladores, muy interesante. El chofer nos había dejado un teléfono, un aparato de él para que lo llamemos al finalizar, así lo hicimos y nos fuimos a ver el proceso de plantación de te.
Esta ciudad entre todo lo que me enseño, una de las cosas más lindas fue a amar el té, más de lo que ya lo hacía. Estas tierras estuvieron en el pasado bajo el dominio inglés por un tiempo y dejaron ese legado. Vimos todo el proceso para obtener las diferentes calidades y tipos de té. Hicimos un recorrido por la fábrica de Happy Valley, donde oficié de traductora para mi amiga, más de una vez no entendía lo que decían y el muchachito esperaba paraba y esperaba que le relatara los detallas a la Fer:
Yo: bueno, dijo algo que no entendí un pedo, vos mové la cabeza y asentí, o pone cara de mirá vos que importante, porque está esperando que te traduzca. – Lo que se tenía aguantar las risas la Fer.

Degustamos todos los tés, blanco, verde, rojo, naranja, de la primera floración, de la segunda, tercera y cuarta, gourmet. Íbamos de un té a otro, y así fue como iniciamos la temporada de esta maravillosa infusión en Darjeeling, y lo más importante es que todos ellos son orgánicos.

Finalizamos el recorrido en otro templo budista, donde me siguieron pasando cosas maravillosas, nos dejamos llevar por lo que sentíamos y seguimos nuestro paso por la ciudad solas.





Los días aquí fueron gratificantes y renovadores, frescos con aires de altas cumbres y con el placer de conocer nuevos horizontes. Una tarde nos decidimos ir en búsqueda de un buen lugar para comer, nuestras comidas eran a cualquier hora y nunca sabíamos si eran almuerzos o cenas, hacíamos una buena por día, y sólo a veces. Recorriendo dimos con un lugar que tenía unas escaleras, y era en un segundo piso el restaurante. Allí nos recibieron como tres personas muy bien vestidas, sabíamos que iba ser bastante más de lo que pagábamos, pero las dos sentíamos que nos lo merecíamos. Sonaba música más bien occidental, rock pop, pedimos unos platos extraordinarios, hasta papas fritas y la hermosa, deliciosa y tan codiciada cerveza. Buscando papel y lápiz para comenzar a escribir detalles para lo que sería un futuro blog, Fernanda dio con un papel en el que teníamos escrito el nombre de una amiga, Maite, mi chanu, la trajimos en recuerdos al otro lado del mundo. No estábamos embriagadas, pero si muy alegres, salimos de ahí a las carcajadas, felices, todo lo veíamos distinto, íbamos caminando, paseando entre la gente, nos paramos a observar como un pueblerino cocinaba unos fideos en la calle haciendo su show con el fuego, entramos en locales de inciensos, compramos unos elefantes pintados a mano, y así seguimos envueltas en ese mundo tan ajeno a nosotras. Llegando a una esquina donde unos días atrás habíamos tomado un té y pedido señal de wi fi, nuestros celulares se activaron. Y un par de mensajes nos devolvieron a nuestro planeta y nos llevaron por unos momentos a la Argentina de nuevo. Resulta que una tía mía que quería mucho había fallecido, cuando le cuento a la Fer, ella me dice que también había pasado lo mismo con un ser querido hacía unos días, sólo que eligió no contarme, ella se guarda más las cosas. Ese fue el momento en el que empezamos con planteos existenciales y a replantearnos nuestras vidas, después de mi cáncer tomé la vida de otra forma, y siempre el sistema, el entorno y lo que nos rodea tira para que vuelvas a ser la de antes. Siempre mi miedo es a ceder y perder esta nueva mirada, cuando pasan cosas como estas, donde un ser querido se va, o se enferma o pasa algo extraordinario, es cuando siento que todo pasa por algo para algo, me vuelvo a replantear y repreguntarme todo, si esto es lo que realmente quiero para mi hoy, en fin, conversamos con mi amiga largo y tendido, claramente lamentamos no poder acompañar a nuestros familiares, pero la vida es así, las cosas pasan. Antes de iniciar el viaje, el papá de la Fer se enfermó, luego mi mamá, y ahí hablamos de que irse al otro lado del mundo puede implicar que pase algo y uno no estar, y la realidad es que no podemos saber lo que va a pasar mañana, pero si podemos elegir qué hacer con cada cosa que nos pasa hoy.
Al otro día comenzamos un nuevo día con otras energías, tomamos unos mates en la habitación y nos miramos una película de Bollywood, estaba en hindi, pero la entendimos entera. No puedo determinar el género de ella, pero trataba de unos muchachos que querían probar una bomba en el campo, hasta ahí muy gracioso, perdió el humor cuando explota en un niño que pasaba por allí, no podíamos creer el salto de género.
Nuestras tardes siguientes consistieron en recorridos por la ciudad, la caminamos cuesta arriba y abajo, compramos valijas, chucherías, y mucho té que previamente era degustado. Así pasamos los días en Darjeeling. La última noche que pasamos allí, volvíamos de uno de nuestros paseos y a muy pocos metros de nuestro hotel escuchábamos música fuerte, mucha gente y luces de colores. A medida que nos íbamos acercando todo iba siendo más exótico y caótico, eran un centenar de hombres muy bien vestidos bailando al ritmo de una banda que tocaba en vivo entre medio de ellos, con tambores y un muchacho con un organito sentado en una van. Del edificio del que salían, vimos a lo lejos mujeres con saris hermosos que se disponían a mirar y observar el evento desde las alturas. En un momento dos muchachos notaron nuestra presencia y nos explicaron que era una boda hindú. Nos dejaron ver todo el evento, y hasta inclusive nos bailaron. Resulta ser que era la temporada de bodas en India. Noviembre y Diciembre por las temperaturas son las fechas en las que en este país se casan. Las bodas son un evento realmente digno de ver y que fuimos aprendiendo día a día cada vez más sobre ellas y todos los preparativos del novio y la novia durante varios días.
Volvimos al hotel y lo primero que hicimos fue chequear que el material que grabamos estuviera bien, porque sabíamos que no volveríamos a ver un evento así, por lo menos en el corto plazo, estábamos maravilladas. Ya era nuestra última noche y mientras cenábamos hablábamos de todo lo vivido.



Por la madrugada nos buscaron en 4×4 nuevamente para ir al aeropuerto, sí, claro que sí, las niñas ratas tomarían un avión que nos devolvería a Delhi muy rápidamente.
Esas 3 horas para bajar de la montaña fueron un verdadero paseo, lo mejor que vi en mi vida lejos, colina abajo, vuelta, colina, subida, vuelta y plantaciones de té, el sol como se abría entre las montañas, tuvimos suerte de tener unas nubes esponjosas que nos decoraron aún más el paisaje. Algunas llanuras de kilómetros y kilómetros de plantaciones de té, obreros y obreras trabajando y observando la interrupción sonora y visual de nuestro jeep en la naturaleza.
Una vez ya en el aeropuerto, nuestros bártulos eran más grandes, pagamos exceso de equipaje, y tuvimos que comernos todos nuestros víveres ahí mismo; la espera que nos tocó fue mucho más de lo que pensábamos, hasta los vuelos tienen demora. Cuando nos tocó el llamado para formar las filas, el fenómeno desesperación para subir a lo que sea, se hizo presente y allí estabamos todos arrebatados en la cola y a los empujones, la fer se me reía porque yo decía, – ¿que les pasa? Los asientos están numerados y el avión si no estás sentado no sale, o sea… ¿por qué?




Así fue como Darjeeling se robó mi corazón completamente, estoy casi segura que el de la Fer también, fue el primer lugar en el que hice más videos y fotos, quería traerme la aventura en mi cámara. Decíamos que hay un antes y un después de esta parada en nuestro viaje. Para mí todo cambió, la forma de ver, me sentía cómoda con el lugar, con todo. Siempre que me gusta mucho, pero mucho, un lugar me pregunto, como una especie de juego, si allí viviría. Me imagino que podría estar haciendo, de qué podría vivir, cuanto podría salir un terreno? Y lo más loco es que recuerdo en la 4×4 haberlo hecho en voz alta con la Fer, y ella en lugar de bajarme del sueño, se subió y empezó a volar conmigo. En fín, darjeeling nos enamoró y sé que nuestra historia no tuvo su fin.
#AsiEsLaVida
Textos , Fotos y Videos @FlorenciaCuri
Compañera de aventura @FernandaBalzer
[1] Darjeeling (nepalí: Acerca de este sonido दार्जीलिंग (?·i), en bengalí, দার্জিলিং) es una ciudad en el estado indio de Bengala Occidental. Es la sede del distrito de Darjeeling, en los montes Shivalik en la cadena inferior del Himalaya, a una altitud media de 2134 metros. El nombre de “Darjeeling” es una combinación de las palabras tibetanas Dorje (rayo) y ling (lugar), traducido como “La tierra del rayo”. Durante la administración colonial británica de la India (Raj Británico), el clima templado de Darjeeling impulsó su desarrollo como lugar de vacaciones para que los británicos huyeran del calor de las llanuras durante los veranos.
Darjeeling es internacionalmente famosa por su industria del té y por el Ferrocarril Darjeeling del Himalaya, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Las plantaciones de té se remontan a mediados del siglo XIX como parte del desarrollo británico de la zona. Los cultivadores de té de la región desarrollaron híbridos especiales de té negro y técnicas de fermentación, con muchas de las mezclas consideradas como las mejores del mundo. El ferrocarril himalayo Darjeeling, que une la ciudad con las llanuras, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1999 y tiene una de las pocas máquinas de vapor todavía en uso en la India.
Darjeeling tiene varias escuelas públicas de estilo británico que atraen a estudiantes de muchas partes de la India y de países vecinos. La ciudad, junto con la vecina Kalimpong fue un núcleo importante para la demanda en los años 80 de un estado de Gorkhaland separado, aunque el movimiento separatista se ha reducido poco a poco durante la última década debido a la constitución de un consejo autónomo.
[2] El Monasterio de samten choeling, que fue construido en 1875 por lama sherab gyatso, sigue la escuela gelug del budismo tibetano. Entre los textos budistas disponibles se encuentran el kangyur, el canon budista tibetano, que se encuentra en 108 volúmenes.
Durante las dos últimas décadas, el monasterio ha estado atravesando graves crisis tanto en lo que se refiere a los monjes como a las finanzas. Hasta ahora, las subvenciones que se conceden al monasterio no se han recibido ni del gobierno ni de ninguna otra fuente. En la actualidad el monasterio no está cumpliendo sus necesidades y las contribuciones de los devotos locales se han detenido.
El Monasterio de samten choeling es hoy menos visitado por la gente local debido a diversas creencias religiosas y confusión.