Atrás había quedado la nube tóxica y nos adentrábamos en la zona montañosa de la cordillera del Himalaya. Con la expectativa de que el viaje cobrara otro rumbo, con la esperanza de que eso que había anhelado empezara a ser un poco menos tenso. Así fue como llegamos a Rishikesh.

Nuestro viaje por la India tuvo muchas reservas con antelación a través del sitio web Airbnb, y la verdad es que nos ayudó mucho a programar el viaje, un recorrido preestablecido y manejar menos dinero. Si bien no era atractivo quitarle la espontaneidad de la improvisación, en la India esto mucho no se puede hacer o por lo menos en un primer viaje. A través de este sitio fue que conocimos el Centro Vedansha, en las fotos vimos un lugar increíble en las alturas, con mucho parque, plantas y flores, un lugar súper pequeño pero delicado, lo que hoy se llama un lugar boutique. Luego de un tren, suficientemente agradable, que nos llevó hasta Haridwar, y un taxi al que le costó bastante encontrar el lugar, llegamos al centro. Fue como llegar a la meca, nos sentimos súper bien, nos había encantado el lugar, si bien tuvimos que caminar por un sendero angosto de rocas con las valijas y mochilas, se abrió la luz para nosotras y allí nos encontramos con una oficina de troncos de madera. La Fer le gustó tanto que me pidió que pidiera agua caliente para tomar unos mates allí mismo, y hasta nos sacamos un par de fotos con el celular.

Salieron a recibirnos dos indios, y Natalia, con quien habíamos tenido contacto todos los días previos a través de Whats App, súper amigable y nos brindó toda la información que necesitábamos. Ella era americana, europea o latina, pero india claramente no lo era. Desensillamos ahí nomás, nos sentíamos felices porque el lugar realmente nos gustaba. Pagamos lo que debíamos y salimos al parque para ver nuestra habitación. Le pido a Natalia la llave y ahí nos informa, que no nos íbamos a hospedar en ninguna de las habitaciones que habíamos visto, sino más bien allí dice y señala con su mano un lugar 100 mts. más abajo, y que claramente no era lo que esperábamos. Con la Fer nos miramos.Natalia: vayan a verlo, las habitaciones son iguales que las de aquí, allí se practica yoga, es un lugar súper espiritual, yo misma me he hospedado allí y puedo decir que es hasta mejor que este.Yo: mmm bueno, pero nosotras vimos acá, las reservas las hice hace más de dos meses.Natalia: si, es que aquí no tenemos ya, y allí es realmente lo mismo, vayan a verlo.En fin, marchamos con todos los bártulos colina abajo con dos mini indios que cargaban todo, que pena por ellos. Este nuevo lugar era literalmente un centro de formación de yoga (a lo que ninguna de las dos había ido), allí había que entrar descalzo, no se podía hablar fuerte. La estructura era circular, con escalinatas y terraza. Las habitaciones eran internas, sin ninguna ventana, la cama era una madera, sin colchón, el baño una litera. La sensación era que estábamos en un retiro espiritual, o un convento. No nos gustaba para nada. La Fer que no decía nada, yo que la miraba y refunfuñaba.Yo: no, no, no, no me gusta, yo no pagué por esto. ¡Mirá!, abrís la puerta y hay una pared boluda, ¡decí algo!La Fer: no, no me gusta.Yo: bueno, listo nos vamos, aunque paguemos otro lado, pero acá no me quedó.Ahí nomás marchamos de nuevo colina arriba, no saben lo que costaba subir eso. Entramos nuevamente en la cabaña y nos recibieron con una sonrisa.Yo: no Natalia, no nos gusta, no es lo mismo.Ahí cambió todo, Natalia, ya no era más amigable y su rostro sobrador me quedó grabado en la retina. Aclaremos, que tanto Fernanda como yo, no nos hacemos problemas por nada, no somos personas lujosas, nos adaptamos a todas las condiciones, acá el tema era que nos estaban embaucando NUEVAMENTE.Natalia: discúlpame, pero es lo mismo, no entiendo que no te gusta.Yo: No, no es lo mismo, ustedes vendieron por internet unas habitaciones que son por las que pagamos.Mi tono, mi cara y mis movimientos ya eran de Little Hulk, por ende, los indios que hasta el momento parecían mudos, comenzaron a meterse en la conversación.Indio 1: que pasa Natalia?Natalia: (sobrándome) que no le gusta la habitación, no sé qué esperaba? Parece que no es suficiente para ella.Sus palabras en ese momento detonaron Hiroyima.Yo: No, Natalia, no se trata de que NO es suficiente, como si quisiera lujos, vos nos mentiste, si hubiera querido ir a un retiro lo hubiera pagado, pero no vine a eso.En un nuevo duelo de titanes, discutimos, los indios que tenían una paz admirable, me sacaron afuera. Allí, intenté explicarles que sólo quería ir por lo que había pagado, ni más ni menos.Ese fue el momento en el que estallé en lágrimas. Ajá. Si. Exacto. ¿Pero que me paso? Jamás lloro, y menos delante de la gente. ¿para qué? ¿Con que objeto? Los indios no sabían que hacer. La Fer que aparece de atrás, se movía para un lado y para el otro.Fer: veni, sentate, deja, deja.Ese día descubrí lo que pueden conseguir un par de lágrimas, 37 años perdidos, si los hubiera podido aprovechar y tragarme ese maldito orgullo de chica autosuficiente.Resulta que nos llevaron a OTRO hotel, había otras opciones claramente. Nos llevaron a un 5 estrellas (nivel hindú). A Natalia, gracias a dios, nunca más la vimos. Los indios, nos llevaron, y fueron realmente divinos, uno de ellos era instructor de Yoga, me decía que era bueno llorar, yo moría de la vergüenza.La fer me dijo: -lloraste pajera, inédito esto.En la habitación charlábamos las dos, que por algo las cosas se dan como se dan, por algo pasan, por y para algo. Ese llanto, creo que fue una acumulación de sucesos de toda mi vida. Pero luego de esto me sentí más liberada, algo de razón tenía el instructor de yoga.



La madrugada del día siguiente nos perdimos en las callejuelas de la ciudad. Nada que ver a Delhi. La ciudad entera es un centro de formación, o la meca del Yoga, la meditación, el Hinduismo, reiki, y muchas más. Atravesada por el Ganges, y conectada por dos grandes puentes colgantes. Es maravilloso ver desde las alturas los Gaths más importantes, escalinatas al Río Sagrado. En sus orillas se escuchan los cantos, la música, la gente que va a realizar los baños sagrados, las ofrendas, y lo más maravilloso la ceremonia del atardecer llamada Aarti (ver abajo significado).




Sentimos el placer de mojar nuestros pies en las aguas transparentes del Ganges, porque allí aún no está contaminado. Tomamos unos mates en sus arenas blancas. Disfrutamos de la multiplicidad de animales con quienes entendimos que debíamos convivir todo el resto del viaje. Monos red face (supuestamente malos) y los black face (supuestamente buenos). Vacas y toros, por todas las calles. Hasta dormir con lagartijas gigantes por olvidar ventanas abiertas. Pobre Fer, un día durmiendo le pegue un sopapo pensando que había una en mi pierna, casi se infartó.

Conocimos unas novelas indias con unas sobreactuaciones dignas de ser vistas, el canal de las estrellas se queda chico. Además, allí descubrí la faceta de la Fer fanática de la ropa limpia, fregó y fregó hasta que quedara todo blanco Ala. Caminamos por un centenar de senderos pequeños, esos que mi padre me había dicho – No te metas en esos caminitos que nunca sabes que te puede aparecer – claramente hicimos lo contrario, hasta de uno salimos corriendo cuando escuchamos el sonido de un chancho o jabalí que venía a la par.Yo: volvamos Fer, acá el chancho se come la vacaFer: boluda te llevaste cadena alimenticia de primer grado.Los caminos al Ganges estaban repletos de pequeños puestos y comercios con venta de telas, bolsos, carteras, alfombras, almohadones, tapetes, queríamos comprarnos TODO. Pero sólo compramos UNA BRUJULA. JELOU!!! ¿Para que queríamos eso? Sé que dijimos nos va a ser útil, ay dios mío, que ilusas.

Lo que nos reímos por esos días, comidas picantes que me dejaron muda literalmente, hasta que reemplazamos los platos de comida por unas papas de calle que tenían cero control bromatológico, pero que sabrosas. Mucha música, y como siempre de fondo el sonido incesante de las bocinas, que poco a poco uno las incorpora como el sonido de los pájaros, que naturalizamos que existen, pero allí están.En esta ciudad los Beatles crearon un álbum, y hay un lugar en particular que se convirtió en turístico. La verdad es que, si bien amo a la banda, ni me interesó ir, a la Fer tampoco, porque todo lo demás lo superaba ampliamente. En Rishikesh, sentí mi primer acercamiento a la India, me gustó tanto esta ciudad, me llenó de energía, es realmente un lugar espiritual como dicen, te pasan cosas que no se pueden explicar. Lo que sí me aseguró, es que el viaje no había sido un error y que realmente valía la pena, me preparó para recibir lo que venía de la forma en que venga.#AsiEsLaVida Textos y Fotos Florencia CuriCompañera de aventura Fernanda Balzer



Un aarti es un ritual devocional que utiliza el fuego como una ofrenda. Por lo general, se hace en forma de una lámpara encendida, y en el caso del río Ganges, un pequeño diya con una vela y flores que flotaba río abajo. La ofrenda se hace a la Diosa Ganga, también conocida cariñosamente como Maa Ganga, diosa del río más sagrado de la India.El aarti tiene lugar frente al río. Las lámparas están encendidas y circuladas por los pandits (sacerdotes hindúes) en el sentido de las agujas del reloj, acompañadas de campanas o canciones en alabanza a la Madre Ganga. La idea es que las lámparas adquieran el poder de la deidad. Después de que el ritual se haya completado, los devotos pondrán sus manos sobre la llama y levantarán sus palmas hacia su frente para obtener la purificación y bendición de la Diosa.El Ganga Aarti ocurre todas las noches. A orillas del río Ganges en Haridwar, Rishikesh y Varanasi. Sin embargo, la ceremonia es muy diferente en cada uno de estos lugares.
